jueves, 19 de mayo de 2016

Boletín de Novedades Penguin Random House (Mayo - 2016) ¿Te atreverías a traspasar los límites para obtener lo que deseas?‏

Hola, buen día. Acá ando yo empezando a hacer tareas tres una mañana un poco movidita. Tambien juego al candy crush...pero ese es otro tema,no? jajajajaja Me llego hace unas horas este mail que les comparto que les digo de ante manos que no lo lean menores sin el permiso de sus padres, pero como es internet ... van a leer si quieren, asi que yo ya avise, espero que se porten bien mal :D: (¿?)
Leé un fragmento de la novela más sexy del año "Tomé una copa y di un sorbo, aunque no me hacía falta. —¿Está Helene? —pregunté. Otra habitual de las fiestas de Lawrence. —Por allí —dijo el barman, ladeando la cabeza. Helene se hallaba tendida en una chaise longue de terciopelo negro, con los pechos derramándosele prácticamente fuera del corsé como turgentes helados de crema. —Eh, Judith, cariño. Alzó la cara hacia mí y yo me agaché para besarla, tomando su lengua —levemente ácida de champán— en mi boca. —Lawrence me ha dicho que venías. Te estábamos esperando. ¿No es verdad? Entonces levantó la vista un chico que permanecía de rodillas entre los muslos generosamente redondeados de Helene. A mí no me habría gustado tener un cuerpo como el suyo, pero no dejaba de sentir cierta debilidad por la piel suave y blanca de su vientre. Pasé voluptuosamente la mano por el pubis turgente, explorando su elasticidad y su pálido brillo. —Este es Stanley. —Hola, Stanley. —Él se levantó y bajó la cabeza para besarme tan rápidamente que no pude hacerme una idea clara de su rostro. Tenía la boca ancha y no demasiado babeante; por debajo de su perfume, percibí ese olor a heno mojado típico de los hombres jóvenes. Deslicé las manos por su espalda desnuda cuando él me atrajo hacia sí y palpé los músculos que se desplegaban por debajo de sus omóplatos. Magnífico. Helene balanceó perezosamente unas esposas de acero reluciente: unas auténticas esposas policiales. —Le he dicho a Stanley que a lo mejor te gustaría un sándwich doble. —Claro, me encantaría. ¿Cómo quieres que me ponga? —Debajo. ¿A que estaría bien, Stanley? Él asintió. No parecía que la conversación fuera su fuerte. Me acomodé al lado de Helene en la chaise longue y empezamos a besarnos otra vez: yo acariciando las deliciosas turgencias y depresiones de su cuerpo; ella quitándome la bombacha lentamente y recorriéndome con el dedo los labios de la concha. Tomé su pezón con los labios y lo chupé ávidamente, paseando la lengua por la areola hasta que empezó a emitir un ronroneo; luego le metí dos dedos dentro. Siempre esa tensión exquisita, esa suavidad inefable. Ahora sentí una oleada de deseo. Me puse boca abajo y me deslicé por debajo de ella hasta que nuestros cuerpos quedaron alineados: mi rostro sobre el asiento de terciopelo, su vientre suculento en la parte inferior de mi espalda. Alcé el brazo derecho y ella hizo otro tanto. Stanley titubeó un poco mientras nos esposaba las muñecas juntas, pero al fin lo consiguió. —Perfecto —murmuró—, ¿no es precioso?"
L. S. Hilton creció en Inglaterra y ha vivido en Key West, Nueva York, Paris y Milán. Tras graduarse de Oxford estudió historia del arte en Paris y Florencia. Ha trabajado como periodista, crítica de arte y presentadora. Actualmente vive en Londres. ¡Gracias Burbujeante Estrellita lectora, por la visita y no te olvides de dejarme un comentario! No se olviden de pasar por las ¡Páginas del blog! :3 ✎FacebookTwitterTumblrwe♥ItLiveJournalGoodreadsWattpad

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